El aumento de homicidios año tras año en Costa Rica llegó en 2022 a tocar la marca roja de 656 asesinatos con armas de fuego, 68 muertes violentas más que en 2021, y unas 88 más que en 2020, lo que ha elevado las alertas de la ciudadanía y del gobierno en un país considerado un oasis para el turismo, un referente de la democracia en Latinoamérica donde no hay ejército y caracterizado por la tranquilidad.
Mientras recorría las calles del céntrico San José, la ciudadana costarricense Inés Poveda Sánchez le dijo a la Voz de América, al hablar de la situación del país, que en Costa Rica se está seguro dependiendo de las circunstancias.
“Sí han aumentado estos crímenes que se dan por las drogas, pero a usted no lo atacan si está segura del lugar por donde camina y con las personas con quien usted anda y a las horas en que usted sale”, explica Poveda.
Sus apreciaciones no se alejan de las de su compatriota Leonardo Hernández, quien comenta a VOA que la ola de crímenes que más preocupa son las balaceras y las fatalidades registradas que apuntan a las acciones del narcotráfico en el país.
“Ojalá que las autoridades grandes pongan atención porque toda la ciudadanía está pensando en este problema; y no sólo nosotros como ticos, sino todos los que vienen de turismo”, dice Hernández.
El motor del turismo
Los turistas sin embargo no ven un serio problema de inseguridad, aunque reconocen que hay “advertencias desde la población” e incluso de las autoridades y de los países de donde provienen, para “estar alertas”.
La turista estadounidense Giselle Hernández, comentó a VOA que “la verdad al estar en lugares turísticos me he sentido muy segura”, aunque ve un contrapunto en la capital donde aumentan las recomendaciones sobre todo al visitar el mercado, pero que al haber crecido en México, “está acostumbrada” a entornos donde se debe estar “muy alerta”.
Por su parte el turista estadounidense Rommel González, le dice a VOA que por el contrario, él lleva 11 años visitando cuantas veces puede Costa Rica y que hay mucha policía en las plazas y calles de la ciudad por lo que toma con cautela las alertas de seguridad que recibe. A su juicio la situación no es alarmante.
Costa Rica recibió en 2022 un total de 2 millones 349.537 turistas, según registros del Instituto Costarricense de Turismo, con un monto que superó en más de un millón a los visitantes de 2021, la institución gubernamental superó las expectativas de viajes a lo previsto para ese año post pandemia con estadounidenses en el porcentaje más alto de visitantes.
Pese a todo, el ministro de turismo, William Rodríguez, ha calculado que los esfuerzos conjuntos del sector privado y gubernamental están enfocados a igualar y en lo posible superar para este 2023 “los indicadores turísticos que el país tenía antes de la pandemia” de COVID-19.
El gobierno del presidente Rodrigo Chaves presentó este miércoles un ambicioso y amplio plan para revertir la criminalidad que afronta el país con la penetración del narcotráfico.
El trasfondo de la droga
El experto en seguridad y tráfico de drogas por Centroamérica, Douglas Farah, de IBI Consultants en Washington, en conversación con la Voz de América, expone las complicaciones para el país centroamericano convertido desde hace algunos años en puente de paso de los cargamentos de droga provenientes del sur en sus paradas en la ruta hacía México, EEUU y el mundo.
Farah dice que la primera etapa de la incursión del crimen organizado en Costa Rica se inició con operaciones “más ocultas” de crimen cibernético, pero poco a poco ha ido perneando hasta llegar a lo más letal: la droga, el aumento de armas en las calles, la conformación de estructuras criminales para agilizar el paso de los cargamentos, y lo más delicado, las disputas entre carteles.
La buena infraestructura logística de Costa Rica, los avances de la nación centroamericana con banda ancha para Internet y el sentido de acogida de turismo “al ser un país muy abierto al turismo” ha jugado en contra explica Farah.
A eso suma que el país no tiene ejército, por lo que salvaguardar la seguridad interna recae en su totalidad en la Policía Nacional, que no ha recibido cooperación exterior ni capacitaciones para enfrentarse un problema de esta magnitud.
“Como se sabe, Costa Rica no tiene ejército, tiene una policía no tan desarrollada en asuntos antinarcóticos y con la inundación de droga que se les ha venido y ha ido creciendo el fenómeno, no tienen la capacidad para enfrentarlo en la costa y tampoco en el tráfico marítimo”, explica Douglas Farah.
Un artículo del centro de análisis en Washington InSight Crime, detecto en 2022 que la violencia se focaliza en las regiones donde hay disputas de territorios por los carteles.
InSight Crime consideró la provincia de Limón, en la franja atlántica del país “capital nacional de homicidios” al registrarse en esta región el mayor porcentaje de muertes por “el creciente flujo de cocaína que ha reanudado las disputas por el puerto principal, punto de salida de narcóticos del país”.
Este centro de análisis considera también que los choques entre bandas criminales y los atracos entre capos en la zona han elevado las alertas y obligado a las autoridades a desplegar recursos policiales para proteger a la ciudadanía.