Fuente: Voz de América
La presencia de gran parte de la oposición de Nicaragua en el exilio, que tiene ahora altavoces para generar denuncias y señalar lo que está sucediendo en su país, no debe descuidar la conexión con la situación nacional para mantenerse articulada.
Esa es la premisa con la que parte el joven opositor nicaragüense Lesther Alemana, quien el martes por la noche compartió con estudiantes latinoamericanos de la Universidad George Washington, a los que explicó que los capítulos de hacer gobiernos de diásporas, como lo han intentado los cubanos y venezolanos con sus oposiciones establecidas en el exterior, “son elefantes rosados” y repetir esa historia llevaría a la oposición nicaragüense a fracasar.
Por lo tanto, dijo que el consenso de la oposición de su país –que se forjó en casi dos años de encarcelamiento y que sirvieron para hablar y conocerse entre los diferentes referentes del movimiento opositor- ha coincidido en que tiene que haber “mínimos acuerdos” para articular las fuerzas internas del país.
“Hay que reconocer que una parte de la oposición está acá, pero soy crítico: si una parte de la oposición estamos acá y no logramos tener conexión con lo interno del país, será insuficiente nuestro trabajo. Porque ya capítulo Cuba con su diáspora no hay que repetirlo, capítulo Venezuela con su diáspora tampoco hay que repetirlo, no creo en gobierno del exterior (…) los esfuerzos tienen que venir de dentro también”, dijo Alemán, liberado hace dos meses y expatriado a Estados Unidos junto a 222 opositores enviados a Washington que purgaban en las cárceles sandinistas diferentes condenas impuestas en juicios sumarios.
El joven activista dijo que al pensar en esa etapa de la transición democrática en Nicaragua es claro que será “complicada” por múltiples factores, pero en especial por la extrema polarización que vive el país, lo que volvería difícil encaminar esfuerzos a quien tenga que asumir el liderazgo.
A ello se suma el control total del aparato de Estado que heredará el binomio de Daniel Ortega y Rosario Murillo en todos los estamentos de la administración pública y de justicia después de décadas en el poder y donde se ha creado un clientelismo.
Si a eso se suma que los tiempos se irán acortando al techo puesto por la oposición para remover a Ortega del poder, fijado en el año 2026, pues al momento actual la oposición misma no se podría considerar solificada al no tener garantías de participar desde el país, “lo único que está claro es que la población no quiere más sandinismo”.
Ante esto dice que va depender de cuánto pueda articular esos esfuerzos la oposición desde el exterior enfocados en llegar al territorio nacional para alcanzar esa meta prevista en las próximas elecciones generales.